Latinoamérica y El Caribe es una región megadiversa, no solamente por sus abundantes recursos en flora, fauna, hídricos, y de relieve, sino también por su amplia diversidad en culturas, etnias y comunidades. Sin embargo, y lamentablemente también es la región más desigual del mundo.
Según la CEPAL en su informe de 2019, en Latinoamérica y El Caribe la pobreza es mayor en zonas rurales, y sobre todo las personas indígenas y afrodescendientes son las más afectadas. Es por ello, que bajo este panorama la innovación social alza su importancia con el fin de fomentar acciones que permitan solucionar dificultades de una comunidad y en la que se logre mejorar la calidad de vida de los seres humanos sin importar su condición.
La innovación social alza su importancia con el fin de fomentar acciones que permitan solucionar dificultades de una comunidad y en la que se logre mejorar la calidad de vida de los seres humanos sin importar su condición.
Es aquí donde la ciencia, la tecnología, la medicina, el trabajo social e incluso la sociología deben trabajar armónicamente para poder acercarse a dichas comunidades con oportunidad de desarrollo. Ahora bien, al ofrecer igualdad de oportunidades a comunidades vulnerables se estaría ofreciendo valor social.
Esto último se puede ilustrar a través del acceso a medicina especializada. Por ejemplo, las comunidades aisladas que solo se movilizan vía fluvial, se enfrentan a sistemas de salud precarios, con una infraestructura débil e incluso con falta de personal médico que los ayude. Sin embargo, recientemente muchos proyectos de telecomunicaciones han promovido mejorar la comunicación entre esas zonas aisladas, y ciudades. Garantizar que las redes de telecomunicaciones lleguen a las zonas aisladas es lo primero, poder hacer una llamada es básico para empezar a combatir la desigualdad.
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Un ejemplo es el proyecto NAPO, que se define como “La plataforma de telemedicina salva vidas en comunidades aisladas” y proporciona servicios médicos a distancia a la población de algunas zonas de la Amazonía peruana. Esto se hace a través de la plataforma Antari, en la que se puede hacer planificación sanitaria, gestión de citas, teleconsulta, emisión de diagnósticos a distancia, procesos de historia clínica electrónica y más.
Otro ejemplo de innovación social es MosquitaMed en Honduras en el que se ha educado sobre problemas de salud simple, además, han creado vídeos en salud que se difunden en teléfonos en el idioma local de la comunidad, e incluso tienen opción de teleconsulta con médicos en Tegucigalpa.
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Algo que tienen en común estas iniciativas es la relación entre las tecnologías de telefonía celular y la telemedicina. Se necesitan fortalecer las alianzas pues el principio básico para poder ejecutar prácticas de telemedicina es el acceso a las llamadas. De esta manera, la comunicación es lo primero para pensar en atención sanitaria a comunidades aisladas.
Es importante que tanto gobiernos y ministerios con el apoyo de ONG’s inviertan en llevar conectividad y banda ancha a estas zonas, así es que podremos hablar de innovación en salud.